Nos acercamos al Tercer Milenio y al año final del siglo XX. Ya entramos en la Era de Acuario hace algún tiempo. Ahora, todo será como un parto venturoso: primero el dolor y luego el gozo por el hombre nuevo. Pero, no hay que olvidar que fue dicho y escrito:
“Los vivos tendrán envidia de los muertos por las terribles cosas que tendrán que contemplar. Hay que leer las profecías 999 (X-98) y 1.000 (II-45) de Nostradamus, que hablan de la Tierra sin Luz y del Fin de la Generación homicida, respectivamente, para comprender que el cambio de Ciclo de esta Humanidad, que podía haber sido armonioso, será terrible y traumático. Sólo se salvarán los Designados. Los demás, morirán. Eso debe quedar claro. Esos Elegidos rescatados serán los que, una vez purificada la Tierra, volverán y renovarán la raza humana, formando una nueva Generación que sabrá vivir con Justicia, Amor, Paz y Fraternidad Universal. Así, durante mil años aproximadamente. Luego, volverá a ser soltado el Tentador.
Todos los profetas hablan de esa Era de Oro, que será después de los años de la Gran Tribulación, de purificarse este mundo y de estar en condiciones de ser, de nuevo, habitable. Fijar un año concreto que determine el momento del comienzo de la purificación y de la renovación es difícil, pues esto está sujeto a los flujos y reflujos del comportamiento de esta Humanidad que, como colectivo tiene un gran poder. Parravicini marca a partir del 2.002. Juan XXIII sobre el 2.003. El calendario maya, el 2.012. Nostradamus le dice a Enrique II que “cuando sea renovado otro Ciclo de Saturno” (en la primera década del III Milenio).
Hágase un promedio y tal vez podrá intuirse una fecha aproximada, siempre cerca ya. De todas formas, no es bueno dejarse condicionar por el tiempo, sino considerar los hechos e intentar mejorar como persona en lo posible. Es mejor llegar al final con esperanza, que con impaciencia y desesperación.
Llega la hora, sí, de que se tenga gran dolor y llanto, pero el que se conozca bien y sepa lo que va a suceder, intentará tomar cada vez más conciencia de aquello que puede hacerle daño y aprenderá a evitarlo, procurando hacerse fuerte en el Espíritu. En esta época en que transcurre ya la vida, no será fácil pasar un solo día sin angustia o sin sufrimiento. Por eso, la ley del corazón deberá hacer de lo malo, bueno, y de lo bueno, duplicarlo en su valor. Hay que armarse de amor, paciencia, resignación y fortaleza, y sobre todo, de esperanza, porque el sentido del sentimiento humanitario se despertará en la Nueva Era, de la que muchos podrán ser artífices, si son capaces de superar totalmente el egoísmo, que es el principal mal de ahora.
junio 29, 2008
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