octubre 23, 2008

TESTIMONIO DEL PADRE JORGE ALBERTO HERNANDEZ.(Ex superior de comunidad de la Inmaculada)

En el año de 1970 ingresó a la comunidad franciscana para ponerme al servicio de Dios.

Al instante mismo en que ingresé a esta comunidad Religiosa me di cuenta que no era precisamente lo que había vivido Francisco de Asís, sin embargo, sin ser muy conocedor de la situación de la Iglesia y del mundo, permanecí en esa comunidad 8 años. A lo largo de este tiempo hice el propósito de conocer más a fondo esta Espiritualidad y otras Espiritualidades que Dios había suscitado en el tiempo a la Iglesia y en una búsqueda incansable muchas veces me cuestionaba ¿por qué la Iglesia permanecía en una situación de ruina? Pero también me encontraba confrontado ante la situación que vivía en la comunidad franciscana y mi deseo era vivir eso que Francisco había vivido y lo quería vivir con sinceridad y honestidad.

El medio ambiente era imposible, se gozaba de mucha comodidad, de muchas posibilidades humanas y mi insatisfacción seguía. Fue cuando tomé la resolución de salirme de la comunidad porque llegué a la conclusión que no podía vivir de la fama de Francisco. Sentía la invitación de Dios de vivir algo similar pero no sabía ¿cómo, cuándo y dónde?

Entonces ingresé al clero secular de la diócesis de Facatativá y allí también me di cuenta que la situación era muy similar.

Sintiéndome como acorralado solicité al señor Obispo el permiso para vivir una experiencia distinta, enfocando el sacerdocio y una Espiritualidad cristiana nueva.

Advirtiéndome el señor Obispo que no iba a ser comprendido, me concedió el permiso. Tiempo después fui ordenado sacerdote con grandes interrogantes; pero con la esperanza de pronto de vivir estas intuiciones que tenía en mi corazón.

Seis años después de ordenado y sin lograr de realizar mis inquietudes, quise retirarme del sacerdocio y enfocar mi vida en el campo de la profesión Psiquiátrica. Estando en estos momentos de difíciles decisiones fue cuando conocí a LINO SEVILLANO por intermedio de Elizabeth de Gaitán, quien lo conocía anteriormente. La primera impresión que me dio al conocerlo fue que era un hombre de Dios, totalmente abandonado a la Providencia Divina.

A partir de una imagen de la Rosa mística que yo le regalé a él, comencé a conocerlo más de cerca a él y lo que Dios había comenzado con él.

Cuando leí las tres primeras Actas, me di cuenta que eso era de Dios y que era eso precisamente lo que yo necesitaba para salvar mi sacerdocio. Fue lo que me reafirmó en seguir adelante en mi vocación y uniéndome a este propósito de Dios con Lino, Inés de García y Catherine de Jacob, nos aventuramos a vivir y a dispersar esta Espiritualidad a donde el Señor nos mandaba.

He sido testigo de las maravillas que el Señor a hecho en mí: en gran parte mi conversión personal; encontrarle un sentido más profundo a mi sacerdocio y poder cooperar con algo en la reconstrucción de la Iglesia en estos tiempos.

También he sido testigo de las cosas grandes que Dios a hecho desde esta Espiritualidad; de la transformación de las personas que se han vinculado a ella y de los muchos frutos que se bislumbran ya en estos últimos años, como es la comunidad de la INMACULADA CONCEPCION que integrada por 18 jóvenes, que bajo mi cuidado crece en la parroquia de Puente de Piedra dentro de la diócesis de Facatativa 1; que aspiran a la vida sacerdotal y religiosa y de la manera tan insólita como el Señor usando como una red el Seminario "María, Señal de Jesucristo" ha venido pescando estas vocaciones y también de lo que el Señor hará en la Iglesia y en el mundo a través de ellas.

Quiero reafirmar, con profundo reconocimiento, que esta Espiritualidad de los hijos de la Hija de Dios de la Orden Trinitaria es en verdad una propuesta nueva, novísima y novedosa de vivir el Evangelio como una nueva alianza de Salvación propuesta a la Iglesia y a la humanidad entera, es verdad que María, la Inmaculada Concepción y siempre Virgen nos enseña como vivir el plan, criterio y voluntad de Dios para reconstrucción del hombre, la familia, la Iglesia, la sociedad y el mundo.

Esta alianza ciertamente es una de las grandes señales de los tiempos para la salvación de los hombres por los efectos que ya se disfrutan de quienes hemos asumido esta espiritualidad, este misterio grande del amor de Dios por el hombre. Una vez más se hace presente para ponerse a su alcance sobre todo para quienes quieren vivir auténticamente el Evangelio en una experiencia gozosa de amor a Dios y al prójimo, viviendo a plenitud el ambiente, clima de VIRGINIDAD, que es la clave y el secreto para acatar la voluntad de Dios.

Estoy decidido a seguir asumiendo, con todos los riesgos que ello implica, en estos tiempos tan obscuros y difíciles vivir esta Espiritualidad, que sea motivo de mi donación total a ella para que a todos los hombres llegue la salvación de Dios.

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