Lo han llamado tristemente el otoño del Papa. El anuncio la semana pasada de que Juan Pablo II será sometido de nuevo a una cirugía, la sexta, suscita muchos interrogantes no solo acerca del estado real de salud del Pontífice, sino también sobre el futuro de la Iglesia.
La Curia romana, el organismo central que gobierna la institución de los católicos, vive, en estos momentos, en el temor. Los prelados, con resignación y mucha expectativa, esperan la evolución de los hechos.
En el Vaticano nadan en un mar rígido en el que se mueven por debajo fuertes corrientes , escribió en un editorial el diario La Reppública al ilustrar el ambiente que se vive dentro de la jerarquía católica.
Las mentiras piadosas con que la Santa Sede ha querido convencer a los católicos de todos los rincones del mundo de la buena salud del Pontífice, como que está solo cansado , son los achaques de una persona de 76 años , se están desboronando en este mes de septiembre, al dieciochoavo año de su pontificado.
La realidad se está imponiendo sobre las apacibles explicaciones ofrecidas en estos años. Muchos dudan de que el evidente temblor de las manos que afecta al Papa desde hace algunos años sea consecuencia del atentado sufrido en 1981 o de que sus gestos de dolor, sus reiteradas fiebres y sus continuas caídas sean simplemente casuales.
Evidentemente la salud del Papa está quebrantada. Una enfermedad lo está debilitando , sostienen algunos médicos y observadores.
En el comunicado oficial del 14 de septiembre, en que se anuncia la sexta operación quirúrgica, el médico del Pontífice, Renato Buzzonetti, admite que los dolores abdominales, las fiebres y el malestar que lo aquejan desde Navidad tienen un solo origen: recurrentes estados flogísticos del apéndice .
En el comunicado, tras consultar una serie de importantes especialistas italianos, se llegó a la conclusión, unánime, de que el Pontífice tenía que ser operado de apendicitis y se excluía cualquier patología neoplásica intrabdominal .
Se desmentía oficialmente, por segunda vez en menos de 15 días, un eventual tumor. Sin embargo, muchos recibieron la noticia con escepticismo dentro de los mismos palacios del Vaticano.
Por ahora se hace la operación, y al abrir se sabe qué pasa , fueron las primeras reacciones de religiosos y personas cercanas al mundo católico. Si es verdad que es sólo apendicitis, hay que agradecerle a Dios , reconoció con cauto optimismo un sacerdote de la diócesis de Roma.
Muchos interrogantes El tono del comunicado y las justificaciones científicas denotan el estado de tensión que se vive dentro del Vaticano. El Papa ha sido tratado tempestivamente , aclaró el médico de cabecera del Pontífice, mientras muchos especialistas alimentaban dudas sobre las razones que llevaron a postergar la hospitalización y programar la intervención para el próximo 6 de octubre, tras meses de dolores abdominales y ataques de vómito inclusive en público, como sucedió en la Navidad pasada, cuando tuvo que interrumpir un discurso.
Tampoco se habla de las posibles adherencias en el intestino del Pontífice, nombradas por el portavoz del Papa durante su reciente viaje a Hungría. Estas podrían ser consecuencia de la extirpación en 1992 de un tumor en fase de transición entre la forma benigna a la maligna.
Que no se cite ese aspecto de la historia clínica del Pontífice, suscita interrogantes sobre la manera oficial de tratar el tema de la salud papal al interno de los palacios vaticanos. Se asegura que dentro de la Curia romana ya surgieron los conflictos entre aquellos que apoyan que se cuente a los fieles y al mundo (al menos parcialmente) la verdad y aquellos que consideran la salud del Papa un misterio sagrado.
Pero el Papa no solo tiene problemas y dolores abdominales. Entre los demás aspectos de la salud del Santo Padre que no suscitan mayor preocupación citados en el comunicado oficial, está el temblor de la mano izquierda, debido, según versión oficial, a un disturbio nervioso de naturaleza extrapiramidal .
El calvario En realidad se sospecha que sufra de mal de Parkinson, una enfermedad que debilita e incapacita, postrando a la larga al enfermo, sin poder hablar ni caminar.
El calvario de Juan Pablo II no se reduce simplemente a la cuestión médica y su capacidad de sacrificarse por cumplir su misión. En un sistema tan centralizado como es el de la Iglesia católica, la enfermedad de su soberano, que guía a más de 900 millones de católicos, se refleja inmediatamente sobre todos los estamentos.
Después de la llamada revolución de Juan Pablo II, mediática e itinerante, al gobernar siempre dirigiéndose directamente a sus fieles, viajando por todo el globo terrestre para encontrarlos, tocando con sus propias manos los problemas, sería muy difícil regresar a la época en que una eminencia gris lo sustituya , escribe el vaticanista Marco Politi.
El infatigable peregrino , como ha sido definido, parece que tendrá que detenerse por pura imposibilidad física, lo que ya suscita muchos rumores.
Y no es para menos. Porque lo que está en juego es el destino de la Iglesia y la figura del futuro Papa. En los ambientes del Vaticano se dice que los cardenales están preocupados. Obligados a mantener silencio, los 75 privilegiados electores del Papa saben que la situación es delicada y no se pronuncian.
Los candidatos Los medios de comunicación empiezan ya a hablar de los posibles candidatos y del perfil político del nuevo soberano de los católicos.
Según Filippo Gentiloni, uno de los vaticanistas consultados por EL TIEMPO, los temas relacionados con modernidad y ecumenismo serán decisivos en el próximo cónclave , por eso cree que, paradójicamente, un italiano podría salir elegido como próximo pontífice: Tienen la ventaja de que no son considerados unos nacionalistas , aseguró Gentioloni.
En la lista de los papables está el cardenal Silvano Piovanclli, arzobispo de Florencia, prelado humilde, moderado, sin enemigos dentro de la Curia y considerado uno de los religiosos más sobresalientes del episcopado italiano.
Tendrá que ser un hombre abierto al diálogo dentro de la iglesia, con el mundo y las otras religiones , escribió el diario francés Liberation, a propósito del sucesor de Juan Pablo II, tras la reciente y polémica visita a Francia.
Menos popular y más intelectual, es el otro candidato citado por la prensa italiana. El cardenal Carlo María Martini, arzobispo de Milán, definido como un progresista, contaría con un sector de la Iglesia que pide una serie de reformas urgentes que van desde la ordenación de las mujeres hasta nuevos modelos de ética.
El mundo católico está lleno de disparidades, por lo que seguramente escogerán una figura neutral, que no represente ni el continuismo, ni un enfrentamiento con su predecesor , subrayó Gentiloni.
Menores posibilidades tienen los candidatos lanzados para crear expectativas por los medios de comunicación, como el cardenal africano Francis Arinse, el posible Papa negro de la historia o el mismo Paulo Evaristo Arns, el comprometido cardenal brasileño protector de los derechos humanos y de la teología de la liberación.
Lo que resulta evidente ahora es que con la enfermedad del Papa, o mejor, sus enfermedades, se pone de manifiesto la crisis de transición por la que atraviesa la Iglesia de este fin de milenio.
Para nadie es un misterio que la iglesia del siglo XXI tendrá que adecuarse a una serie de novedades que van desde la injerencia genérica, pasando por el aborto y la sexualidad, hasta la democracia dentro de la misma. Lo que será un reto para el próximo papado.
La parálisis de la Iglesia Un alto prelado del Vaticano le dio una entrevista al escritor Marco Politi, quien junto con el célebre periodista del Watergate, Carl Bernstein, publicará el libro Su Santidad. Las cosas allí no andan nada bien.
El prelado pidió anonimato, pero su testimonio, publicado por El País, de España, deja con la boca abierta a más de uno.
Para nosotros -dice- es evidente que cada vez que el Papa se presenta en público parece estar ayudado por sustancias suministradas para mantenerlo en pie. Es una opinión tan difundida que ni se discute .
Y va más allá, pues sostiene que Juan Pablo II sufre dificultades de coordinación, tiene problemas para encadenar las palabras y que, en el fondo, sufre del mal de Parkinson.
Pero lo que ha dejado la enfermedad del Papa es una sensación de estancamiento en la Iglesia.
Los asuntos corrientes siguen adelante, se van haciendo, pero por todas partes se respira una sensación de espera. Nadie toma iniciativas , le dijo el prelado a Politi.
Las dolencias de Juan Pablo II 1944 En la Segunda Guerra Mundial, Karol Wojtyla tiene 24 años. En Cracovia un camión lo atropella.
13 de mayo de 1981 En la Plaza de San Pedro, por la tarde es víctima de un atentado por parte de un pistolero; lo operan urgentemente del abdomen. Es dado de alta el 3 de junio en la Policlínica Gemelli, donde siempre lo atienden.
20 de junio de 1981 Sufre una recaída, esta vez provocada por una infección de la cytomelagovirus (intestino). Regresa al Vaticano el 14 de agosto.
15 de julio de 1992 Le hacen una operación para extirparle un tumor benigno en el intestino. El domingo, el Papa mismo les anuncia a los fieles sobre su recuperación.
2 de julio de 1993 Breve regreso a la Policlínica Gemelli para un control.
11 de noviembre de 1993 Luego de una audiencia, resbala y cae, lo cual le provoca una luxación en la espalda.
29 de abril de 1994 Estando en su apartamento, sufre una caída y se fractura el fémur de la pierna derecha. Permanece en el hospital hasta el 27 de mayo.
Enero de 1995 Se hace un control rutinario, común en aquellos que han sido operados de tumores en el intestino.
25 de diciembre de 1995 En la tarde de Navidad, un malestar de naturaleza febril (con afecciones en la cabeza y el estómago) hace que el Papa interrumpa su saludo Urbi et Orbi para la Ciudad y para el Mundo, en directo por Mundovisión.
13 de marzo de 1996 Deja la audiencia general a causa de una fuerte gripa.
Octubre de 1996 Intervención quirúrgica debido a la inflamación del apéndice.
Traducción: Julio Sanabria
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