1. "El conclave no durara mas de tres dias, maximo cuatro. Despues del tercer dia, no se puede vivir mas en estas condiciones. Quiza se toma una silla y se la hace Papa con tal de salir.¿Sabe que llevo a la clausura?una media botella de coñac. No para mi, sino para el elegido, Lo he hecho en los conclavesanteriores (participo en la eleccion de Juan XXIII Paulo VI) y ha servido. creame."
Cardenal Giusseppe Siri, Arzobispo de Genova (Italia)
2. "Recuerdo que, el sabado a la mañana, saliendo de la capilla sixtina, habiamops encontrado en el ascensor al Ptriarca Luciani. Le dijimos: "Los votos aumentan". El se escudo: "Esto es solamente un temporal de verano"
Cardenal Lazlo Lekai, Arzobispo de Esztergom (Hungria)
3. "A mi me habia tocado la celda 65, mientras que el cardenal Luciani ocupaba la celda 60. Al inicio del Cònclave, no lo he visto pero, en la tarde del sabado, salimos al mismo tiempo de nuestras celdas para ir a votar. Lo abracè; estaba claro que algo se preparaba. Me dijo: "Tempestas magna est super me". Le di animo. "Tempestas magna est super me" traducido a lengua castellana significa "gran tempestad es para mi"
Cardenal Joseph Malula, arzobispo de Kinshasa (Zaire)
4. "Me parecia atrapado por una especie de fervor interno, pero no trataba en modo alguno de hacerser ver"
Cardenal Paul Gouyon, arzobispo de Rennes (Francia)
5. "Nos pusimos de pie para aplaudir, pero no lo veiamos. Estaba acurrucado en su silla; se habia hecho pequeño, pequeño; queria casi esconderse. Es una pena que no podamos contar lo que hemos vivido, porque ha sido mucho mas hermoso de los que os podeis imaginar."
Cardenal Vicente Enrique y Tarancòn, arzobispo de Madrid- Alcalà (España)
5. "Ibamnos los dos (como en tiempo de seminaristas) a buscar agua con la palangana, estando las celdas privadas de agua corriente. Pocas horas despues, de frente a la eleccion de los cardenales que designaban Papa justo a èl, con el mismo comportamiento de los momentos ordinarios, respondìa: Acepto."
Cardenal Joseph Cordeiro, arzobispo de Karachi (Pakistan)
"Recuerdo que, el sábado a la mañana, saliendo de la Capilla Sixtina, habíamos encontrado en el ascensor al Patriarca Luciani. Entonces le dijimos : "Los votos están aumentando". É se escudó diciendo : "Ésto es solamente un temporal de verano".
Cardenal Lazlo Lékai
arzobispo de Esztergom
"A mí me había tocado la celda 65, mientras que el cardenal Luciani ocupaba la celda 60. Al inicio del cónclave, no lo he visto pero, en la tarde del sábado, salimos al mismo tiempo de nuestras celdas para ir a votar. Lo abracé; estaba claro que algo se preparaba. Me dijo : "Tempestas magna est super me. Le di ánimo".
Cardenal Joseph Malula
Arzobispo de Kinshasa
"Me parecía atrapado por una especie de fervor interno, pero no trataba en modo alguno de hacerse ver".
Cardenal Paul Gouyon
arzobispo de Rennes
"Ìbamos los dos (como en un tiempo de seminaristas) a buscar agua con la palangana, estando las celdas privadas de agua corriente. Pocas horas después, de frente a la elección de los cardenales que designaban Papa justo a él, con el mismo comportamiento de los momentos ordinario, respondía : "Acepto".
Cardenal Joseph Cordeiro
arzobispo de Karachi
"El cónclave no durará más de tres días, máximo cuatro. Después del tercer día, no se puede vivir más en estas condiciones. Quizá se toma una silla y se la hace Papa con tal de salir. ¿ Sabe qué llevo a la clausura ? Una media botella de cognac. No para mí, sino para el elegido. Lo he hecho en los cónclaves anteriores ( n.d.a. los de Juan XXIII y Paulo VI ) y ha servido. Créame".
Cardenal Giuseppe Siri
arzobispo de Genova
"El día del ingreso al cónclave, yo tenía conmigo una valijita y las monjas me preguntaron dónde había puesto mis efectos personales necesarios para toda la duración del cónclave. Les respondí que, de momento que todo se habría resuelto muy rápidamente, no había considerado necesario llenarme de demasiadas cosas".
Cardenal Hyacinthe Thiandoum
arzobispo de Dakar
"Llegamos a las 16:30 para entrar al cónclave. Mi celda era la número 88; formaba una suite con la 86, que había sido asignada al cardenal Duval. Por suerte, era una de las celdas que tenían agua corriente. El cardenal Luciani, como muchos otros, tenía que ir a buscar agua con una palangana.
Nuestra suite hasta tenía una ducha, ¡ el último lujo ! Los cardenales Silva y Landázuri, muy humildemente, habían pedido el favor de usarla, por lo que yo estaba feliz de acceder.
Mi celda era una especie de sauna. Es difícil describir qué es dormir dentro de un horno; es suficiente para enfermar a alguien completamente. La única ventana se encontraba herméticamente sellada. El segundo día, con toda la fuerza, rompí los sellos. ¡ Finalmente oxígeno !
Luego, llegó el gran día. La primera votación ha proporcionado un amplio rango de nombres. En la segunda, se ha reducido un poco. En la tercera, comenzamos a ver la luz del alba y la cuartavotación trajo la plena luz del amanecer : Juan Pablo I ha sido elejido.
Enseguida, todos nosotros fuimos a abrazar al nuevo Papa, mientras él exclamaba : "Dios os perdone lo que habéis hechos". Esta ocurrencia llegó a la prensa, que, equivocadamente, la tomó como un reproche.
Luego seguimos a Papa hacia la logia para dar su primera bendición. Luego, él regresó para cenar con nosotros y ha tenido tiempo para charlar con cada uno.
A los postres, un cardenal americano ( n.d.a. era il cardenal español Tarancón ) ha pedido al nuevo Papa permiso para fumar, algo contrario al protocolo. El Papa parecía muy solemne; tenía todos en vilo, mientras pensaba un poco la cosa; finalmente dijo : "Eminencia, Ud. puede fumar, con una condición : ¡ el humo tiene que ser blanco !" Naturalmente, hubo muchas risas.
¡ Espero no haber roto ningún secreto del cónclave !"
Cardenal León J. Suenens
arzobispo de Malinas - Bruselas
A propósito de cigarrillos, se cuenta que el cardenal Tarancón, fumador impenitente, le preocupaba en cambio que en el comedor "faltaba humo" : nadie fumó ni en la cena ni después de la cena del viernes, primera noche. Don Vicente se preguntaba si estaría prohibido, pero no conseguía recordar que constara en documento alguno semejante prohibición. Así que en el desayuno de lamañana siguiente, encendió cautelosamente su pitillo, como sin darle mportancia pero vigilando de reojo la reacción de sus colegas. Que fue sensacional : en tres minutos, varias docenas de comensales paladeaban su pitillo y miraban al cardenal de Madrid con ojos de agradecimiento.
¿ Qué pasó allá dentro ?
Tenemos el horario minucioso de loscardenales. Sus menúes de comida; los turnos de la Misa temprana, en tres grupos de celebrantes, bajo la presidencia del más anciano de cada grupo. El ceremonial de las votaciones, la papeleta, medidas de las tres sotanas blancas preparadas para vestir con alguna comodidad al elegido. Mil veces hemos contado estas cosas en los periódicos.
Pero de lo importante, lo que realmente sucedió en las votaciones, no sabemos absolutamente nada. Los periodistas lo hemos contado a base de hacer deducciones y combinar los datos disponibles.
Han guardado celosamente los cardenales sus secretos. Y, por tanto, nuestras suposiciones no se apoyan en fundamento sólido.
Voy a confiarles mi experiencia personal. Seleccioné cuidadosamente los datos previos al cónclave y los organicé en función del nombre Luciani, una vez elegido Papa. Más o menos obtuve un proceso semejante a que han difundido los mejores semanarios internacionales. Entonces, lo presenté a un par de cardenales amigos y les pregunté qué opinaban de mis hipótesis.
- Interesantes, verdaderamente interesantes.
- ¿ Pudo discurrir así el Cónclave ?
- Podría haber ocurrido así.
- Pero ... ¿ se parece a lo que realmente ocurrió ?
- Nada, José María, no se parece nada.
Pues qué bien. (...)
De lo que ocurrió dentro conocemos un puñado de anécdotas más o menos pintorescas. Los cardenales lo pasaron mal a causa del calor, a ratos, sofocante. Y en la Capilla Sixtina, insoportable. La "feroz" clausura del cónclave había dejado prácticamente condenadas las ventanas, así que no hubo corrientes de aire. Un cardenal norteamericano intentó vencer los sudores nocturnos a fuerza de agua : se fue a la ducha tres veces en una noche, lo cual, además de perturbar el sueño de los vecinos, les alarmó pensando que alguien se había puesto enfermo.
Pero alarma seria la hubo en la Capilla Sixtina al quemar las papeletas luego de las votaciones matutinas : algo le ocurrió al caño de la estufa y comenzó a soltar, por misteriosas grietas, bocanadas de humo negro dentro de la misma capilla. El aire se ponía irrespirable; varios cardenales comenzaban a toser. Alguien consiguió abrir un par de ventanas y el ambiente se aclaró. A media voz, se oyó el comentario jocoso de un cardenal :
- El humo de Satanás pretendía entrar en el Cónclave.
Para distraer el hambre que todos teníamos de que nos dijeran el resultado de la sucesivas votaciones, al salir de su encierro, los cardenales cuentan un puñado de lances pintorescos. Que se asfixiaban de calor. Que la primera noche, el cardenal de Chicago (Cody) moría por el sudor y tuvo que ducharse tres veces para suavizar el agobio. Que ya elegido, el nuevo Papa quiso dormir en la misma celda de la noche anterior, y al desayuno le preguntaron si había descansado bien : dijo que no, que pasó una noche de inquietudes y dudas, pero lo contaba como siempre, tranquilo, sonriente. Ah, y que ayer tarde hubo champaán en la cena.
Lo del champán tiene antecedentes. (...)
La tarde del dí en quesalió elegido Juan XXIII, el nuevo Papa dijo a Monseñor Nasalli ( n.d.a. cardenal Nasalli Rocca di Corneliano - anécdota extraída de las Memorias del cardenal )que se quedara a cenar con él.
- Santidad, no; la costumbre es que los Papas coman solos.
- Comprendo - respondió Juan XXIII - : que de Papa tampoco van a dejarme hacer lo que me apetezca.
- Santidad, ¿ puedo traer una botella de champán ?
- ¿ Champán ? ¿ Por qué ?
- Han elegido Papa nuevo, ¿ no ?
- Sí, claro, han elegido Papa nuevo. Traiga usted champán porque han elegido Papa nuevo, no porque me hayan elegido a mí. Y usted beberá conmigo; espero que, al menos, ésto no esté prohibido.
- Sí, sí, beberé, Santidad.
- Bueno, y, por favor, no me llame Santidad, que cada vez que lo dice me parece que me está tomando el pelo.
En el lote de anécdotas del último cónclave, la "fumata" lleva la palma. Si era blanca, si era negra. Pero venga a salir humo, tanto humo que aquello significaba claramente el fin. (...)
Soy estúpido, hablo con Pironio y se me olvida preguntarle qué ocurrió con la estufa. Otro cardenal amigo me ha avisado esta mañana :
- Pregúntale a Pironio qué pasó; él trataba de arreglar la estufa.
Me
queda pendiente la pregunta. Los técnicos habían realizado sus ensayos y estaban seguros de que funcionaría perfectamente, gracias a unos "candelotti" con productos químicos que darían humos negro o humo blanco, según los cardenales quisieran.
Pues no funcionó.
don José María Javierre
de "De Juan Pablo I a Juan Pablo II"
* * *
Luego contarían los cardenales que las camas eran realmente malas; que hacía mucho calor; que las comidas eran bastante flojas; que el café de los primeros días era malo y que sólo mejoró en el desayuno del último día. (...).
En la mañana del domingo, tras una noche entera de insomnio, el Papa se encontró con monseñor Caprio, Sustituto de la Secretaría de Estado. Y éste, bromeando, le preguntó : "Santidad, ¿ lo ha repensado ? ¿ Está arrepentido ?" A lo que el Papa sonriente contestó : "Sí, pero ya no tiene remedio".
don Jesús Infiesta
de "Juan Pablo I - Alegría de los pobres"
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